El triunfo de Clio
23.8.03
MUDANZA
A partir de este momento, podrán encontrar este blog en esta dirección. Espero que este cambio al muy recomendable servicio de blogs de InfoAragón sea de su agrado en la misma forma que lo ha sido del mío. Sólo me resta agradecer a Blogspot el haber dado cobijo a mis paridas durante este tiempo.
6.8.03
UNA FOTOGRAFÍA DESENFOCADA (y IV)
Le llega el turno a la búsqueda de una explicación para la formación de la imagen. En realidad es un breve resumen de las teorías vaporográficas de Vignon y Colson (la imagen se formó por una reacción química entre el amoniaco del cuerpo difunto y los ungüentos que impregnaban la tela) que ya habían sido desestimadas hace mucho tiempo pese al reciente intento de "revival" protagonizado por Knight y Lomas en su delirante obra El Segundo Mesías en la que afirman que el cuerpo de la Sindone no es una falsificación ni Jesús sino la imagen vaporográfica de de Molay, el último gran maestre de la Orden del Temple. La autora no hace la menor referencia a las copias de Sábana Santa realizadas por medios artísticos por Broch o Nickell.
Nuevo capítulo dedicado en esta ocasión a las últimas intervenciones sobre la Sindone para favorecer su conservación y para eliminar añadidos.
Como la cuestión de la Sábana Santa parece que a los españoles nos pilla un poco lejos, nuevo capítulo dedicado a relacionar el Sudario de Oviedo con la Sábana Santa de Turín. La única pega es que el Carbono 14 da una fecha para el Sudario ovetense del S VII con lo que está claro que ambos comparten una misma cualidad, la de ser falsas reliquias aunque, eso sí, queda claro que la pseudo-reliquia española lleva más tiempo siéndolo que la italiana.
Concluye el texto con un repaso a las copias de la Sábana Santa conservadas en distintas partes del mundo con especial incidencia en las españolas (Torres de la Alameda, Silos, Campillo de Aragón...).
Hasta aquí el contenido de este libro que nos ocupa. ¿Qué crítica cabe hacerle? Además de lo que ya hemos ido apuntando en las diversas entregas, a modo de resumen, lo mejor del libro es que está escrito de forma ágil. Se lee de un tirón sin ningún problema. También quiero señalar que en ocasiones sí se muestra crítica con las afirmaciones de los "sindonólogos" como en el caso de los pólenes de Max Frei o de la historia poco o nada documentada de la reliquia. Lo peor, por contra, es que no hay el menor asomo de crítica en el tema de los impugnadores de la prueba del Carbono 14 o en el de la tridimensionalidad de las imágenes lo que supone que, en su conjunto, el texto debe ser enclavado en el apartado pro-autenticidad. Los argumentos para sostener esa autenticidad, como hemos visto, no son novedosos. Más bien se trata de un resumen de hipótesis, teorías... ya conocidas y manejadas desde hace años por los "sindonólogos". Por tanto su lectura puede resultarle interesante si no conoce nada de esta polémica, pero bastante menos si ya ha leído obras sobre la Sindone. Aunque no sea algo importante, no quiero dejar de señalar que la obra está horrorosamente mal editada, con papel barato, reproducciones fotográficas de poca calidad, errores que deberían haber sido eliminados por los correctores (polinólogo en vez de palinólogo en la Pag. 129; Zurcí en vez de Zurich en la Pág. 142...) También debo cargar en el debe la ausencia de una bibliografía y de un índice temático. Al menos, la baja calidad de la edición se traduce en un precio francamente reducido.
Por último, y por si alguien quiere profundizar en el tema de la Sábana Santa, les recomiendo la lectura de: La cruzada de la Sábana Santa. Luis Alfonso Gámez. El Escéptico nº 1. Junio de 1998; y de Inquest on the shroud of Turin. Joe Nickell. Prometheus Books. Buffalo. 1987.
UNA FOTOGRAFÍA DESENFOCADA (III)
La historia de los clavos y las muñecas viene de Barbet, cirujano en el hospital de San José en París, que intentó explicar la razón para que la herida del clavo en el hombre de la Sindone está (aparentemente) en la muñeca en vez de en la palma de la mano según la representación tradicional. Pese a que la historia de que la representación tradicional de la crucifixión es errónea y que eso prueba la autenticidad de la Sindone venga repitiéndose desde entonces, no por eso es menos errónea ya que parte de un experimento mal realizado. Barbet crucificó un brazo atravesando la palma de la mano con un clavo y colgó del miembro la mitad del peso corporal estimado del hombre de la Sindone. Pudo observar que se desgarraba la carne y el brazo caía al suelo. Luego, concluyó, Jesús no pudo ser crucificado según se representa tradicionalmente y eso... Todo ello sin realizar la menor investigación sobre si su experimento podía aplicarse a la forma en la que los romanos crucificaban a los reos o no. La verdad es que la muerte en la cruz era un castigo especialmente cruel, que se pretendía ejemplarizante y que, por tanto, los romanos ponían los medios para que se prolongara. El colgar al reo por las palmas o las muñecas (sin más, según el experimento de Barbet) hubiera supuesto una muerte rápida por asfixia. Para evitar eso, se le proporcionaba al reo un soporte en el que pudiera descansar su peso bien debajo de los pies bien entre las piernas. Lógicamente, al no pender el cuerpo a plomo de los clavos de las manos, el experimento de Barbet pierde todo su valor puesto que no reproduce las condiciones reales. Aún más, con posterioridad a los experimentos de Barbet se localizó en Israel el cuerpo de un crucificado contemporáneo de Jesús. Si no pudo determinarse con precisión la ubicación de las heridas de los clavos en las extremidades superiores no pasó lo mismo en las inferiores. El clavo atravesaba no las plantas de los pies sino sus talones lo que no concuerda ni con las representaciones tradicionales de Jesús ni con la Sindone. Por supuesto es perfectamente posible que no todas las personas fueran crucificadas de la misma forma, pero esta misma variación de formas de llevar a cabo la ejecución bastaría para poner en su justo lugar las pretensiones de que la representación de la Sindone corresponde a la de la crucifixión romana real. Supongo que todos Vds. han visto imágenes de la celebración de Semana Santa en Filipinas en donde se crucifica realmente a una persona que se presta voluntariamente a ello. Los clavos se le introducen en las palmas de las manos y se atan sus brazos al madero. Vemos como la pretensión de que es imposible que Jesús fuera crucificado así cae por su propio peso. Nuevamente, la Sra. Porter omite todos los datos contrarios a la interpretación "sindonológica". De igual forma, cita los estudios de forenses que creen que la imagen corresponde a heridas reales y no a los que lo niegan basándose, por ejemplo, en la no superposición de las heridas de la supuesta flagelación o en los regueros que forma la supuesta sangre en vez aparecer como manchas informes.
El siguiente capítulo trata de la Palinología y el C-14, de forma bien distinta. Si la sección dedicada al polen contiene tanto las primeras supuestas afirmaciones de Frei como las sospechas de fraude consciente o de error en la recogida de muestras (no hubiera estado de más incluir también la posterior retractación de Frei atribuyendo a un error o a una exageración periodística sus primeras declaraciones), la sección dedicada al C-14 me parece la peor de todo este libro. Después de citar los resultados obtenidos por la triple datación, dedica su espacio a los científicos que se oponen a aceptar la datación. Por allí aparecen Rinaudo que propone que una energía desconocida producida durante la resurrección alteró el contenido de C-14 en la tela (hipótesis que puesto que postula la existencia de energías desconocidas y "sobrenaturales" es inverificable y por tanto no puede considerarse como una hipótesis científica), Garza Valdés que popugna que la contaminación microbiana falseó la datación (hipótesis que no ha sido nunca capaz de probar ni en el sentido de que esa contaminación microbiana no fue eliminada por los procedimientos de limpieza empleados por los laboratorios que dataron la Sindone, ni en el sentido de que esa contaminación pudo falsear de esa forma los resultados), Kouznetsov, que propone que los incendios sufridos alteraron la datación como ya había demostrado al enviar al laboratorio dos muestras del mismo tejido, una obtenida antes y otra después de simular los efectos de los dos incendios sufridos por la Sindone, y haber recibido dataciones completamente divergentes. El laboratorio de Arizona áseguró que Kouznetsov mentía y que jamás habían datado tales muestras y emplazó al científico ruso a que presentara públicamente tales dataciones. Nunca más se supo de tal asunto y sí de nuevas andanzas del "sindonólogo" ruso al que un prominente miembro del STURP (Ian Wilson) no ha dudado en calificar de estafador. Pese a ello, como vemos, sigue siendo citado como si se tratara de una eminencia científica. también aparece por ahí Baima Bollone para el que, sencillamente, el C-14 no sirve para datar telas de lino sin mayores explicaciones. Por cierto, las muestras de control que fueron correctamente datadas por los laboratorios eran, también, de lino.
Si los intentos de invalidación de la prueba del C-14, como hemos visto no soportan el menor análisis crítico, la Sra. Porter recoge cosas aún más divertidas (o más tristes, según como se mire) como este fragmento procedente de la obra del Sr. Ansón La Sábana Santa: "Bruno Bonnet afirmó que Jacques Evin, director del laboratorio de Radio Carbono de la Universidad francesa de Lyon, entregó a Tite un trozo de tela medieval de entre los siglos XIII y XIV muy semejante al tejido de la Sindone, y que perteneció a una capa de San Luis de Anjou, muerto en 1297. En opinión del estudioso francés, es muy probable que Tite cambiara el trozo de tela verdadero por el medieval y, por tanto, toda la operación resultara ser una farsa." (Págs. 143-144) Aparte de dejar claro que el "estudioso francés" no tiene ni idea de cómo se recogieron las muestras y de cómo se remitieron a los laboratorios, el tejido de la capa de San Luis sí intervino en el proceso de datación, era una de las tres muestras de control (las otras dos eran un tejido de lino de una momia egipcia y otro tejido de lino procedente de una tumba nubia).
¿Puede errarse aún más? Puede. A continuación la Sra. Porter nos dice: "Por su parte, algunos medios de comunicación aseguraron que Willard F. Libby, el descubridor del método del Carbono 14, que le valió el premio Nobel, había declarado antes de su muerte en 1980 que:" (Pág. 144) Como veremos a continuación y dado el contenido de las declaraciones, esos medios de comunicación pusieron en boca de Libby esas declaraciones no antes de 1980 sino en el año en que se hizo pública la datación, en 1988 ¡¡¡cuando Libby llevaba ocho años muerto!!! Veamos la declaraciones de Mr. Libby desde ultratumba: "No puede aplicarse la prueba del Carbono 14 a la Sindone de Turín. Los resultados necesariamente serían falsos. Tengo curiosidad por leer la relación científica para examinar la metodología usada por los tres laboratorios. Pero, mientras llega, puedo ya indicar algunos fallos garrafales. Primero, que la muestra del lienzo ha sido cortada en un solo lugar y que no se ha hecho un muestreo estadístico de toda la superficie del lienzo, como exige el método o, al menos, de sus diferentes partes esenciales. Además, el lugar escogido para los cortes de las muestras resulta ser el que los encargados de mostrar el lienzo durante horas y días a lo largo de los tiempos agarraban con las manos para mantener en alto y extendido el lienzo durante las exposiciones. Por lo tanto, se trata de un lugar contaminado por el sudor y la grasa, vehículo especial del Carbono 14."(Pág. 144) Las referencias a los tres laboratorios y a la zona en la que se había cortado la tela implica que las declaraciones no pueden ser anteriores a 1980 como pretende la Sra. Porter, sino que supuestamente se realizaron después del proceso de datación; pero para entonces, evidentemente, Libby ya había fallecido.
No se agota con esto, el contenido del libro. Del resto nos ocuparemos en una próxima entrada que será la última dedicada a la crítica de este libro.
5.8.03
UNA FOTOGRAFÍA DESENFOCADA (II)
Por descontado, comienza la presentación de las supuestas pruebas que demostrarían la autenticidad de la Sindone por la historia de Secondo Pía, el fotógrafo que descubrió la supuesta condición de negativo fotográfico de la Sábana. Por si no saben de qué va esta historia, en 1898 el Sr. Pía realizó dos fotografías de la imagen del lienzo. Al observar el negativo fotográfico encontró que la imagen era coherente y mucho más nítida que la original, es decir que la imagen del lienzo era como un negativo fotográfico y el negativo de esa imagen un positivo. Cuando otro fotógrafo, Enrie, en 1931 repitió la experiencia no se recató en asegurar que: "La impresión del cuerpo sobre la Sindone, excluidas sólo las huellas de sangre, es un perfecto negativo y no obra de la mano del hombre." (Pág. 94) Por supuesto ahora debemos preguntarnos qué hay de cierto en ello. La mayor nitidez del negativo se explica por dos factores que cualquier fotógrafo que haya realizado fotografías de pinturas deterioradas conoce, una fotografía realizada con un largo periodo de exposición muestra detalles invisibles a simple vista. El Sr. Pía empleó en sus dos fotografías tiempos de exposición de 14 y 20 minutos respectivamente (no, no es un error y no he puesto minutos en vez de segundos -que ya sería una velocidad de exposición larga cuando lo normal es 1/125 o 1/250 segundos-. Fueron minutos). Otro factor que no debe ser olvidado es que las placas que empleó el Sr. Pía eran ortocromáticas, es decir, que admitían poca variación de grises. Los detalles aparecían en blanco o en negro lo que, nuevamente, contribuye a la mayor definición de la imagen. No obstante ¿es un negativo o no lo es? Puesto que la barba y el pelo aparecen de color negro, si realmente fuera un negativo fotográfico el modelo tendría que haber tenido la barba y el pelo completamente canos lo que dejaría en mal lugar la supuesta identificación con Jesús. ¿Es, no obstante, algo tan inexplicable como pretendieron Pía y Enrie? Compruébenlo por sí mismos. Tomen una moneda, coloquen sobre ella un papel y froten ligeramente con un lapicero. Si fotografían la imagen resultante se encontrarán con que el negativo es equiparable al positivo (la moneda real).
A continuación le toca el turno a la tridimensionalidad de la imagen propuesta por Jumper y Jackson en 1977. Empleando un analizador de imágenes que daba un valor métrico a los puntos de la imagen de acuerdo a su cromatismo, obtuvieron una imagen humana tridimensional lo que negaría que fuera una pintura o una obra humana realizada de cualquier otra forma. Nuevamente debemos preguntarnos ¿qué hay de cierto? Si bien en 1977 pocas personas podían acceder a la tecnología apropiada para repetir el experimento, en los últimos años ha cambiado esa situación. El resultado, lejos de ser una imagen tridimensional humana, es algo monstruoso. Si tienen curiosidad por ver el resultado de una de estas pruebas de verificación del experimento de Jumper y Jackson pueden encontrarla en la obra de Juan Eslava Galán anteriormente citada. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo Jumper y Jackson obtuvieron una imagen tridimensional y los demás algo informe? La razón es tan sencilla como que Jumper y Jackson corrigieron las desviaciones de la imagen de la Sindone de acuerdo a la imagen tridimensional de un hombre físicamente similar al del lienzo turinés y envuelto en una sábana. El resultado fue, lógicamente, que al eliminar las desviaciones con respecto a una imagen tridimensional el resultado final es una imagen tridimensional. De cajón.
Como resultado de la misma "investigación" de Jumper y Jackson, ambos creyeron ver dos objetos duros sobre los párpados. No faltó quién los identificara como una nueva prueba de la autenticidad de la Sindone. Primero el padre Filas y después Baima Bollone identificaron dos monedas que, según el padre Filas, correspondían a la costumbre funeraria judía. De nada parece haber servido la reacción de los expertos en enterramientos judíos asegurando que esa supuesta constumbre era inexistente entre los judíos y las reacciones de diversos científicos advirtiendo que no hay tal imagen y que es un efecto de la pareideloia (intentar relacionar formas desconocidas u objetos informes con formas conocidas. No es algo distinto a atribuir formas a las nubes).
El capítulo de pruebas físicas se cierra con unas declaraciones de un miembro del STURP asegurando que en el lienzo hay restos de sangre y ausencia de pigmentos. La Sra. Porter no dedica ni una linea a los trabajos de McCrone (miembro del STURP que fue expulsado por hacer públicas sus investigaciones) que no encontró tales restos de sangre y sí de pigmentos exactamente iguales a los empleados por los artistas medievales.
A continuación nos encontramos con un capítulo dedicado a reconstruir la supuesta crucifixión de Jesús desde la imagen de la Sindone. Dado que como es previsible la imagen concuerda con los Evangelios (si pretendieran falsificar un Sudario tendrían mucho cuidado en que la representación coincidiera con el relato evangélico ¿verdad?) lo único que debe ser explicado es el tema de la herida en las muñecas; pero esto será motivo para una nueva entrada.
UNA FOTOGRAFÍA DESENFOCADA (I)
Las noches estivales, de calor infernal e insomnio húmedo, me están facilitando el ponerme al día en el apartado "lecturas pendientes". Uno de los textos adquiridos pero aún no leídos era La Sábana Santa. ¿Fotografía de Jesucristo? del que es autora Dña. Carmen Porter y que ha sido publicado por EDAF dentro de la colección El Archivo del Misterio de Iker Jiménez. (Madrid, 2003).
A lo largo de 206 páginas, la autora nos narra las investigaciones realizadas en torno a la supuesta reliquia conservada en Turín, comenzando por su viaje (de la autora) a la ciudad italiana para contemplarla durante una ostensión. Prescindiré de la narración que realiza la autora de dicho viaje. Sólo diré que la Sra. Porter demuestra que conoce su oficio a la perfección. Es difícil transmitir al lector la sensación de que un viaje concertado a Turín sea una aventura equiparable a la del descubrimiento de las Fuentes del Nilo, pero Dña. Carmen lo consigue aunque sea a consta de permitirse alguna licencia poética como ésta: "Por fin el tren de aterrizaje se posó sobre las pistas del gran aeropuerto de Caserta y un fuerte aplauso, que a todos los viajeros nos salió de forma espontánea, hizo sonreír al veterano piloto que por megafonía nos dio las gracias." (Pág. 22) Obviamente, ningún pasajero puede ver el rostro del piloto para saber si sonríe o si tiene cara de vinagre, pero aceptemos la sonrisa del piloto como si realmente se hubiera producido. Prescindiremos de las sensaciones de la Sra. Porter sobre el lienzo, así como de sus descripciones de la ciudad y de sus referencias gastronómicas para comenzar con la entrevista al Sr. Barberis, Presidente del Centro de Sindonología Internacional, ferviente defensor de la autenticidad de la supuesta reliquia.
Cada persona tiene el derecho a creer lo que le venga en gana, a lo que ya no lo tiene es a faltar a la verdad. Por citar sólo dos ejemplos, el Sr. Barberis asegura: "La Sábana es un objeto que todos pueden ver y todos pueden estudiar." (Pág. 28) Lo que queda muy bonito pero se contradice con la siguiente afirmación: "Es posible que en los próximos años se lleve a cabo una nueva campaña de estudios directos sobre la Sindone..." (Pág. 29) Obviamente, no todos pueden investigar la Sindone sino sólo aquellas personas que sean autorizadas por su propietario, el Papa, y sólo pueden realizarse los estudios que se acuerden con él. Nada que ver con la accesibilidad total para la investigación que afirmaba el Sr. Barberis. No obstante, lo grave es lo siguiente: "Es un problema muy complejo datar un lienzo con el método del C-14. Es complicado porque normalmente, como es el caso de la Sábana, no ha estado conservado de manera aséptica, ha tenido una vida muy compleja con contaminación de tipo biológico y químico." (Pág. 29) Lo mínimo que se puede suponer a una persona que preside un centro dedicado a investigar un objeto es que conozca las investigaciones que se han realizado sobre él. Sus afirmaciones sobre la complejidad de datar un lienzo por C-14 se estrellan contra el hecho de que la datación por C-14 de la Sindone se realizó de forma conjunta con la de tres muestras de control, lienzos cuya edad era conocida por otros medios, y que fueron confirmadas por el C-14. Ninguno de ellos se había conservado de forma aséptica y, por tanto, habían estado sometidos a contaminación química y biológica. Para eliminarla se somete la muestra a datar a un proceso de limpieza que asegure que no se produzcan errores relevantes por dicha contaminacion. Por cierto, la cantidad de materia orgánica moderna necesaria para falsear en 1.200 años sobre 2.000 una datación por C-14 supondría más peso que el de la propia muestra.
Como parece que el C-14 es la "piedra de la discordia" también monseñor Ghiberti se refiere a ella: "Algunos análisis, como por ejemplo los del polen, se inclinan a pensar que la Sábana pertenece a una etapa antigua, de hace unos 2000 años, mientras que el Carbono 14 ha establecido una edad de origen que colocaría el lienzo entre los años 1260 y 1390... Pero con respecto al Carbono 14, es verdad que hasta los carbonistas que lo realizaron afirman que en un cierto número de casos -algunos hablan del 20 por ciento- se registra una discordancia de su datación." (Pág. 34) Como vemos, hay una clara intención de minusvalorar la datación por C-14, primero mediante su contraposición a los análisis palinológicos y, segundo, introduciendo dudas en cuanto a la fiabilidad del método del Carbono 14. Sobre lo primero, los análisis palinológicos no sirven a efectos de datación salvo que se documente la existencia de polen de una especie extinta (y en ese caso sólo puede dar una fecha ante quem) lo que no es el caso de la Sindone. En su día se le atribuyeron estas declaraciones sobre datación palinológica a Max Frei, palinólogo suizo, pero éste negó antes de su muerte que la palinología pudiera dar una fecha para la Sindone puesto que ninguna de las especies vegetales cuyo polen aparecía en la Sindone estaba extinta. A efectos de datación, pues, la palinología es inútil en el caso de la Sábana Santa. Sobre el segundo aspecto, por C-14 se puede obtener una datación incorrecta debido a múltiples causas, contaminación de la muestra, que la cantidad de C-14 no es constante a lo largo de la historia... pero, como ya dijimos, la fiabilidad de la técnica se ha ido mejorando por el uso de mejores procedimientos de limpieza y mediante las curvas de calibración que corrigen las diferencias en C-14 inicial a lo largo de las diversas épocas. Por otra parte, la datación por C-14 de la Sindone no fue fruto de un único laboratorio sino de tres (Arizona, Oxford y Zurich) que obtuvieron resultados coincidentes. La posibilidad de que los tres laboratorios hubieran cometido errores pero que, pese a ello, obtuvieran las mismas fechas es muy reducida. La posibilidad de que ese error fuera de 1200 años sobre 2000 es nula.
Por cierto, sobre las investigaciones de la Sindone, monseñor Ghiberti se encarga de darle el oportuno mentís al Sr. Barberis: "También invitamos a todos ellos a que nos mandaran sus sugerencias para nuevos estudios, éstas serán enviadas a la Santa Sede y ella decidirá si se hacen pronto o no." (Pág. 35)
Concluidas las entrevistas previas, Dña. Carmen comienza ya con el texto propiamente dicho y con el análisis de la Sindone. Cita a propósito de la tela al Sr. Alarcón, autor de El Quinto Evangelio que asegura que la sarga de la Sábana Santa es similar a: "sargas análogas que se descubrieron en la estación neolítica de Robenhausen, en el lago Pläffikon, próximo a Zurich, en Suiza..." (Pág. 46) olvidando que en un tejido no sólo es relevante el tipo de tejido sino también el tamaño. No existe en época antigua ninguna tela con el tipo de tejido y las dimensiones de la Sábana Santa pero sí en la época medieval. Por tanto lejos de ser, como se pretende, una prueba de su autenticidad lo es de la falsificación medieval.
Le toca el turno, a continuación, a la sangre sobre la que se citan los trabajos del Dr. Baima Bollone que no sólo identificaba sangre sino que precisaba su tipo, AB, de lo que el Dr. Bollone obtenía una probabilidad cercana al 100% para afirmar su autenticidad. Por desgracia, los trabajos del Dr. Bollone no han sido publicados en ninguna revista científica sino en Sindon. Tal vez el hecho de que otros investigadores como Frache, Brandone, Filogamo o Fina no hayan encontrados restos de sangre ni de tipo AB ni de ningún otro haya tenido algo que ver con la no publicación en revistas científicas.
A continuación da un somero repaso a la historia de la Sábana Santa siguiendo los imaginativos esfuerzos de Ian Wilson por identificarla con el Mandylion de Edesa pese a que éste era sólo una representación (presuntamente milagrosa) de la faz de Jesús. La explicación de Wilson de que era la Sábana santa doblada de forma que sólo era visible el rostro no nos convence porque como señaló oportunamente Juan Eslava Galán en El fraude de la Sábana Santa y las reliquias de Cristo si ése hubiera sido el caso, el rostro estaría mucho más desgastado que el resto de la figura lo que no es el caso del lienzo de Turín. Por tanto, la primera mención a un sudario con la imagen de Cristo impresa en él no aparece hasta principios del S XIII en Constantinopla (hay menciones anteriores a las telas sepulcrales, pero en ninguna descripción se dice que tuvieran una figura visible). El cómo es posible que la que hubiera sido la reliquia más extraordinaria de la Cristiandad no fuera mencionada durante más de XII siglos no ha sido nunca convenientemente explicado. Tampoco existe la menor seguridad de que la Sábana Santa de Constantinopla sea la misma de Turín. Sí la hay de que el Sudario fue robado durante el saqueo de los Cruzados, pero no de que fuera la que apareció posteriormente en Lirey. Todo ello supone, como no puede por menos de reconocer la autora, que las circunstancias históricas de la Sindone son altamente sospechosas.
Por supuesto, a continuación hablará de las pruebas que debieran sostener la autenticidad de la Sindone; pero eso debe ser objeto de una nueva entrada.
4.8.03
UN FIN Y UN COMIENZO
Hasta este momento me he limitado a pegar aquí textos escritos con anterioridad para un blog ya inexistente. Sólo he rescatado aquellos escritos que me parecían dignos de una relectura. La diferencia entre los escrito entonces y lo recuperado ahora es la mejor demostración de la cantidad de basura que llega a publicarse en forma de blog. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa...
Por ello, quiero advertirles lo que no este blog para que, si así lo desean, puedan ocupar su tiempo en una lectura que satisfaga mejor sus preferencias que esta página.
Este blog no es un blog de diseño. Me traen sin cuidado las diferentes plantillas existentes, los tipos de letras y los colorines varios.
Este blog no es parte de ninguna comunidad de amigos. No hay (ni habrá) enlaces recomendados ni servidumbres del tipo "si tú hablas bien de mí, yo hablo bien de ti".
Este blog no es un blog generalista. Si quieren leer cuestiones relacionadas con la política, el deporte, la literatura o el cine no faltan en la blogosfera bitácoras que puedan satisfacer esa demanda.
Este blog no va a contarles mi vida en diecisiete mil fascículos. Mi historia es muy aburrida así que no tengo porqué aburrirles con ella.
Este blog no participa de la tendencia que recomienda publicar historias cortas y ocurrentes. Dedicaré a cada tema el espacio necesario para desarrollarlo, sin ponerme ni un límite mínimo ni uno máximo en cuanto a extensión.
No creo en las actualizaciones periódicas, en el publicar para que no parezca que el blog está abandonado. Pueden transcurrir semanas entre una publicación y otra o, por el contrario, aparecer varias historias en un mismo día.
Si después de esta declaración de principios, consideran Vds. que esta bitácora les interesa, sean bienvenidos. En caso contrario, les deseo una feliz navegación por la Red en la que, a buen seguro, encontrarán páginas que les resultarán más interesantes que la mía.
LA RAPOSA Y EL GALLINERO (ADVERSUS ARES)
Con este escrito, publicado en El Escéptico Digital he querido comenzar mi serie de críticas sobre algunos textos fundamentales de la Pseudohistoria. En los próximos meses, iremos haciendo lo mismo con los clásicos (Charpentier, Däniken, Charroux...) y con los que tomaron el relevo (Hancock, Bauval...) sin olvidarnos de los escritores patrios (Sierra, Ares...)
Espero que esta iniciativa así como la forma de llevarla a cabo sea de su agrado y ya sin más preámbulos, los dejo con el texto:
Durante el pasado mes de abril pudimos advertir con profunda inquietud que, como consecuencia de un cambio en la propiedad de la Revista de Arqueología, se había hecho cargo de la dirección de la misma D. Ignacio Ares Regueras.
No es voluntad nuestra el cuestionar el derecho de sus anteriores propietarios a vender la revista ni el de sus nuevos editores a adquirirla y poner a su frente a la persona que consideren más adecuada para la defensa de sus intereses económicos.
Sin embargo, junto a estos aspectos puramente comerciales existen otros que me gustaría hubieran sido tenidos en cuenta. La Revista de Arqueología, pionera en nuestro país de la divulgación de esta Ciencia, tenía un bien ganado prestigio fruto de años de publicación de artículos de una alta calidad y de un rigor histórico inobjetable. Todo ello ha sido echado por la borda en un solo número, un triste récord digno de figurar en el Libro Guinness.
Mentiría si dijera que me ha sorprendido. Al contrario, desde que el arqueólogo, y compañero en esta publicación digital, Julio Arrieta me previno del cambio de director, no esperaba otra cosa. Si bien es cierto que Ignacio Ares es licenciado en Historia Antigua por una de las más prestigiosas Universidades españolas en este campo, la de Valladolid, y que ha publicado algunos artículos en la Revista de Arqueología durante la etapa anterior, para que su curriculum esté completo debemos añadir que es mucho más famoso por su vertiente de escritor esotérico ya que ha colaborado en todas las revistas de este subgénero como Más Allá, Enigmas, Karma 7, Año Cero y Misterios de la Arqueología siempre bajo la firma de Nacho Ares.
En esos artículos se ha caracterizado por mantener un supuesto término medio entre la Historia y la Pseudohistoria, que, por desgracia para él, es inexistente. Cuando se hacen citas de autores como Louis Charpentier, Colin Wilson, Graham Hancock... sin advertir a los lectores de que sus afirmaciones han sido rebatidas por diversos historiadores mediante la aportación de pruebas más que suficientes para considerarlas como erróneas, no se está en ningún punto intermedio sino en la adhesión más vehemente.
No se puede poner en un mismo plano de validez las afirmaciones sostenidas por pruebas documentales y arqueológicas que aquéllas que sólo son fruto de la fértil imaginación de su autor. El método histórico exige recopilar todas las fuentes que podamos sobre unos acontecimientos, pero no podemos quedarnos en este punto. Sobre esa documentación hay que ejercer la crítica para diferenciar las afirmaciones válidas de las que no lo son. Si obviamos este punto, absolutamente trascendental, no estaremos escribiendo Historia sino pura y simple ficción.
Para que puedan comprender mejor a que me refiero, he releído su primer libro ("Egipto el oculto. Enigmas resueltos y pendientes del mundo faraónico" publicado por Ediciones Corona Borealis en 1.998) con el fin de usar las afirmaciones que contiene para ejemplificar el curioso (por no decir algo más fuerte) uso del método histórico que practica Nacho Ares.
El primer sobresalto llega nada más comenzar su lectura, en la página de Agradecimientos: "Qué puedo decir de Javier Sierra, subdirector de la revista Más Allá de la Ciencia, amigo y compañero de búsqueda de lo desconocido en el laberíntico mundo en que vivimos." (Pág. 13) Como dice el refrán castellano "Dime con quién andas y te diré quién eres."
Sin embargo, aunque sospechoso, tampoco eso por sí sólo quiere decir nada, pero no tardará en confirmar los peores augurios: "Soy una de esas personas que creen a ciencia cierta que toda teoría es válida siempre que se adecue a los requisitos mínimos enmarcados por la razón o la experiencia." (Pág. 15) Es decir, que no sólo considera que la teoría puede ser independiente de la realidad sino que ni siquiera tiene que ser racional necesariamente ya que también es igualmente válido el criterio de la experiencia personal. El error metodológico es tan evidente que causa asombro que pudiera llegar a publicar una frase como la antedicha.
Continúa con una explicación sobre los problemas de la investigación egiptológica en España como es la que, salvo escasas excepciones, los centros no dispongan de: "una biblioteca mínimamente aceptable para realizar una investigación seria sobre el antiguo Egipto." (Pág. 16) El uso de la palabra "seria" me hizo pensar en la posibilidad de que le hubiera prejuzgado con excesiva dureza. Para confirmarlo me encaminé a la Bibliografía (Pág. 233-241) cuya extensión hacía presagiar lo mejor. Nada más lejos de la realidad. No tanto porque buena parte de ese espacio se destine para recomendar novelas históricas de autores como Pauline Gedge, Christian Jacq, Norman Mailer, Terenci Moix o Philipp Vandenberg cuanto por la inclusión de títulos de escritores pseudohistóricos en confuso revoltillo con obras de renombrados arqueólogos y egiptólogos. Así, podemos encontrar a R. Bauval, G. Hancock, C. Wilson, Z. Sitchin o R. K. G. Temple conviviendo en falaz armonía con Carter, Childe o Lauer. El concepto de "seriedad" de Nacho Ares se me antoja muy similar al de "risible" de los demás egiptólogos.
Con esta decepción, volví al punto que había dejado la lectura temiéndome lo peor, sensación que no tardaría en poder confirmar: "... ya que propondremos para algunos problemas soluciones fuera de la ortodoxia de la comunidad científica. Aun así, la exposición de las mismas ha sido realizada de forma bivalente, intentando satisfacer al más experto, a la vez que entusiasmar al principiante." (Pág. 17) Considerando que la "ortodoxia científica" es, sencillamente, la necesidad de que las teorías se realicen conforme al método histórico y la consideración de que no se puede otorgar igual validez a las que cumplan con esta condición y a las que no, no comprendo en que reside la "forma bivalente" ¿Es, por ventura, igualar en cuanto a consideración las teorías que tengan en cuenta cosas como los registros arqueológicos y los datos documentales con las afirmaciones sin evidencias a favor de los escritores esotéricos? Pero, sí así fuera ¿cómo pretende que ese proceder pueda "satisfacer al más experto"?
Pese a la contradicción, así es. "Me confirmó que al ser campos en donde no existen fuentes para plantear hipótesis justificables, la especulación está abierta a cualquier teoría, desde la extraterrestre a la de las hordas de miles de esclavos. Esta [sic] es la razón por la que, en ocasiones, algunos problemas serán planteados desde una doble óptica: la "académica" y las de las llamadas despectivamente "paraciencias". Se ha pretendido, en la medida de lo posible, que las dos queden a una misma altura ya que soy de los que piensan que si bien nuestros científicos tienen sus razones en el 90 por ciento de las ocasiones, no menos es verdad que un porcentaje elevado debería ser otorgado a todos aquellos que planteen problemas sin solución." (Pág. 20) Por supuesto, si no existen fuentes de ningún tipo, no cabe más que la especulación pero desde ésta no se pueden elaborar hipótesis sino que debemos quedarnos en el mero campo de la elucubración. Además, ni siquiera las especulaciones son todas igualmente admisibles porque hay un marco general que sí está documentado y que no podemos traspasar sin caer en el ridículo histórico. Por ejemplo, la posibilidad de que las Pirámides fueran edificadas por un guerrero galo que había tomado una poción mágica que le dio una fuerza sobrehumana es inadmisible por cuanto ni existían galos en aquella época ni, cuando los hubo, existieron relaciones entre ambos pueblos por no hablar de la inexistencia de pociones mágicas. Además, aun cuando aceptásemos (que no lo hacemos) la proposición del autor de que hay que otorgar un porcentaje de casos en los que los paracientíficos tienen razón, si el porcentaje de que son los científicos los que aciertan lo ha cifrado en un 90% ¿qué es lo que queda? Pues salvo que las matemáticas hayan cambiado, no resta más que un 10% como máximo ya que habría que considerar la posibilidad de que ambos colectivos estén equivocados. Si ya acepta que el porcentaje es, en el mejor de los casos, de un 90% contra un 10% ¿cómo confiere a ambas explicaciones la misma importancia? Ése es un tratamiento que, incluso sin introducir las consideraciones antedichas, pretendiendo ser justo, es, en realidad, sumamente injusto. Con el comienzo del libro en sí, ya que aún no hemos salido de la Introducción, veremos cómo desarrolla estas premisas.
Ares comienza por el inicio de la civilización egipcia que ya le plantea un problema cronológico irresoluble: "De ser ciertas, explicarían que el origen de la civilización egipcia no comenzó con un temprano neolítico hacia el 5.000 a. de C. sino que se remontaría ¡a más de 25.000 años atrás!, cronología que se acercaría más a los últimos descubrimientos realizados en la Esfinge y que estudiaremos más detenidamente en su capítulo." (Pág. 32-33) No parece importar que la cronología del antiguo Egipto esté documentada arqueológicamente y sostenida por métodos de datación absoluta como el C-14 o la Termoluminiscencia. Hay que considerar, contra toda evidencia, que la civilización egipcia comenzó 3.000 de lo que dice la Historia "oficial" sencillamente porque a Nacho Ares no le entra en la cabeza una evolución cultural "rápida" que llevara en unos 2.300 años desde el Neolítico a los constructores de pirámides. Quizás tengamos que considerar que los hermanos Wright vivieron en el S IV a. de C. para poder explicar la evolución de la aeronáutica en menos de 50 años desde el primer "cacharro" a los aviones a reacción.
Prosigo con la función de las pirámides: "Cuando el neoplatónico Proclo, autor griego del siglo V d. de C., menciona en su comentario al Timeo de Platón que las pirámides egipcias eran observatorios astronómicos, merece ser considerada con el mismo respeto que otra afirmación de cualquier otro autor." (Pág. 58) Pues no. El trabajo de crítica de las fuentes es fundamental en la construcción del discurso histórico. No es importante lo que Proclo dijera sobre las pirámides sino el ver si sus afirmaciones son sostenibles. Entre el filósofo y la construcción de las pirámides han pasado unos 3.000 años por tanto la primera pregunta es ¿qué fuentes utilizó Proclo para su afirmación porque, evidentemente, no se trata de un testimonio directo? ¿Existen fuentes más antiguas que le contradigan? y ¿Esa descripción corresponde a la realidad? La realidad es que una pirámide perfecta, maciza y cerrada es completamente inútil como observatorio astronómico. Sin entrar en otras consideraciones, la afirmación de Proclo es absurda y, por tanto, no es merecedora de ningún respeto.
Seguimos con la cronología de las pirámides: "... la Gran Pirámide pudo haber sido construida en el 10.500 a. de C. De esta manera, la cronología del antiguo Egipto tendría que ser revisada de manera inmediata, al igual que las teorías que dan un hipotético salto evolutivo de la mastaba a la pirámide. Si llegara el momento, cosa más que probable..." (Pág. 58-59) Evidentemente, Nacho Ares y yo hablamos idiomas diferentes. La probabilidad de que se confirme la construcción de la Gran Pirámide en el 10.500 a. de C. es nula. Esto es así porque cada nuevo dato que se conoce como la orientación de los puntos cardinales mediante la observación estelar o el descubrimiento del poblado y la necrópolis de los obreros que la edificaron confirma la datación a mediados del III milenio a. de C. Por otra parte, sorprende la manera de jugar con el lenguaje para hacer aparecer como posible lo que es absurdo y, por el contrario, pretender que lo que es probable aparezca como ridículo. Según Ares, es "más que probable" que se confirme una datación en el XI milenio a. de C. cuando ni siquiera había culturas neolíticas en Egipto; pero la evolución desde la mastaba a la pirámide perfecta que presenta la prueba a su favor de que cronológicamente se va produciendo un tránsito desde mastabas simples a mastabas complejas, de ahí a la pirámide escalonada y de ésta a la pirámide perfecta, se queda en un campo meramente "hipotético". Vemos como, pese a la pretensión de equiparar la Ciencia con la Pseudociencia (que ya sería un insulto para la primera) no se da ni siquiera un trato equitativo a ambas explicaciones.
Por supuesto, a continuación trata el tema tan caro a los pseudohistoriadores de la forma en que se construyeron las pirámides. Habla de la teoría de las rampas que, pese a ser la única que presenta pruebas arqueológicas a su favor (el descubrimiento de restos de tales construcciones), descalifica: "¿Pueden ser considerados unos pequeños montoncitos de escombros en la meseta de Guizeh los restos de las rampas monumentales cuya construcción hubieran superado en tamaño a las propias pirámides?" (Pág. 69) Esta pregunta retórica puesto que tal y como está planteada no tiene más que una respuesta posible es falaz. Las rampas sólo hubieran superado en volumen a las propias pirámides en el caso de que se hubiera construido una única rampa perpendicular, hipótesis que hoy en día no toma en consideración ningún egiptólogo. No sería éste el caso si se hubiera construido una rampa helicoidal que se apoyaría en la propia pirámide. Por otra parte los "pequeños montoncitos de escombros" son, en realidad, cerca de un millón de m³ de cascajos con los que se rellenaron las canteras de Gizeh al terminar su explotación para la construcción de las pirámides.
Agotado el tema de las pirámides comenzamos con el de la diorita, tan grato para Nacho Ares que lo ha repetido en varias de sus publicaciones: "Es precisamente, el trabajo de las piedras más duras lo que ha suscitado mayor polémica entre los investigadores. ¿Cómo pudieron trabajar los egipcios piedras tan diamantinas como la diorita, cuya dureza está un punto por debajo de la del propio diamante?" (Pág. 84) Por mucho que se empeñe Ares en repetir lo de la dureza de la diorita como similar a la del propio diamante, no se va a convertir en una verdad. Si dejara de emplear de una vez la escala de dureza de Mohs que se limita a asignar una numeración de 1 a 10 a alguno de los minerales más comunes se daría cuenta de su error. En Mohs corresponde el 1 al talco, el 7 al cuarzo y el 10 al diamante pero no debemos olvidar que no es una escala proporcional es decir que el diamante no es 10 veces más duro que el talco. La dureza de la diorita es inferior a la del cuarzo puesto que es rallada por éste, así que le corresponde un valor cercano pero inferior a 7. Si vamos a una escala proporcional como la de Hertz Auerbach vemos que al cuarzo le corresponde un valor de 308 (el de la diorita será, por tanto, algo inferior) mientras que al diamante le corresponde un valor de 2.500. Lo que Ares suponía una dureza diamantina se queda, en realidad, en que es más de ocho veces más blanda que el diamante. Por supuesto, el hecho de que la diorita se puede pulir con polvo de cuarzo explica el cómo se construyeron estatuas como la de Kefrén, por percusión con piedras como la dolerita y acabado con un pulimentado con polvo de cuarzo. Por cierto, como tiene que reconocer el propio Ares (Pág. 97) también los sumerios realizaron esculturas en diorita con lo que el supuesto misterio pierde mucho de su encanto.
Como parece que había que encontrar más enigmas "inexplicables" cita los agujeros realizados en el granito de los que asegura: "Lo asombroso de la perforación reside en el dibujo que dejó el taladro-cilindro hueco a medida que daba vueltas introduciéndose en la piedra, produciendo una muesca en forma de espiral descendente. La diferencia que hay entre vuelta y vuelta es de ¡2,5 milímetros! lo que supone una presión y una dureza descomunal en la punta del taladro." (Pág 98) ¿Qué hay de cierto en esa afirmación? Pues más bien nada. Lo que a principios del S XX se interpretó como la señal dejada por una única broca hoy sabemos que es la espiral creada por los cambios de la cabeza de un taladro manual revestido con polvo de cuarzo. El desgaste de la cabeza, posiblemente de cobre, obligaba a su substitución cada cierto tiempo. La diferencia de tamaño del cabezal y de distribución del polvo de cuarzo es lo que creaba esa espiral. Una observación atenta de las paredes del agujero muestra los pequeños arañazos dejados por el polvo de cuarzo lo que demuestra que no se usó una broca de diamante como sugiere Nacho Ares.
Como de piedras hablamos, no podía faltar la referencia a la teoría de Davidovits de que las pirámides se construyeron con una especie de cemento que al secarse imitaba la piedra natural: "...no niega las afirmaciones que realiza sobre los restos de uñas y cabellos humanos en el interior de algunos sillares de las pirámides de Gizeh. Sería muy interesante realizar nuevas investigaciones sobre los restos de piedra aludidos por Davidovits para llegar al final de esta teoría tan sugestiva." (Pág 106-107) Pues la teoría ya había llegado a su final cinco años antes de la publicación del libro que nos ocupa cuando Harrell y Penrod publicaron "The Great Pyramid debate. Evidence from the lauer sample." Journal of Geological Education, vol. 41, 1.993. Sencillamente, no encontraron ninguna de las evidencias de restos orgánicos que Davidovits pretendió haber localizado.
Puesto a no dejar piedra sin remover (y nunca mejor dicho), prosigue con el problema del traslado de esculturas monumentales y obeliscos. Pese a que Ares tiene que reconocer que existen representaciones de ese transporte por medios completamente convencionales, aun así se le presentan problemas: "Si los propios cruceros modernos diseñados para navegar por el Nilo, en ocasiones encallan por la escasa profundidad del río, no nos explicamos cómo un barco de papiro pudo navegar hacia nadie sabe dónde con esa mole en su cubierta." (Pág. 111) Esta frase consigue el más difícil todavía, batir la plusmarca mundial de errores por centímetro lineal. Por partes, la razón de la escasa profundidad actual del Nilo es, sencillamente, la regulación que hace de su caudal la presa de Assuán que, aparte de innegables ventajas, también ha ocasionado el problema de impedir la tradicional crecida anual del Nilo en la que aumentaban las posibilidades de navegación de éste. Por otra parte, los egipcios conocían la construcción de barcos de madera como se demuestra por las "barcas solares" encontradas junto a la pirámide de Keops, así que no tenía porqué ser una barca de papiros. Lo de la navegación hacia no se sabe dónde la verdad es que me hace mucha gracia. Las canteras de granito estaban en Assuán en el curso alto del Nilo por lo que la navegación se reducía a ir río abajo hasta el punto más cercano al lugar en que se iban a colocar los obeliscos o los colosos. La posibilidad de perderse era más bien escasa. Para terminar, los obeliscos no iban en cubierta de un barco normal sino de una gran barcaza que, a su vez, iba empujada por otros barcos o, al menos, es así como se lo representa en el relieve del templo de la reina Hatshepsut.
No se vayan todavía que aún hay más, una conexión entre Marte y Gizeh: "Este conjunto tan enigmático desde el mismo momento de ver la luz, fue identificado con las pirámides y la Esfinge de la meseta de Gizeh." (Pág. 141) En realidad, nuevas fotografías de la zona de Cydonia en Marte (que es a la que se refiere Ares) obtenidas con una resolución mayor demuestran que la "Cara" no es ninguna construcción artificial sino una formación montañosa que creó un juego de luces y sombras que, algunos, con más imaginación que rigor interpretaron como una escultura colosal. Puesto que no hay tal Esfinge, la identificación con Gizeh es una buena muestra de la afirmación sin evidencias a que tan aficionado se muestra Nacho Ares.
Todavía podríamos seguir con más fragmentos criticables como las supuestas relaciones entre América y Egipto, pero con lo dicho creemos que es más que suficiente para comprender la extraña teoría historiográfica de Ares.
Pese a todo lo antedicho, a esta persona es a quién se le concedió el honor de dirigir la Revista de Arqueología y el resultado ha sido el previsible. Una pérdida de calidad en su contenido y en su presentación que resulta tanto más sorprendente cuanto que la revista correspondiente a mayo ha salido en el mes de junio.
Las razones para ese retraso sólo podemos conjeturarlas, pero si observamos que se han metido artículos de relleno que nada tienen que ver con la Arqueología como el firmado por Cebrián, amigo de Ares, que hay un artículo firmado como K. Arnold, (el nombre de la persona que vio unas luces en el cielo que describió como en forma de plato dando origen a la Ufología) lo que hace pensar en otro miembro del círculo de amistades de Nacho Ares, que se hace una crítica de la última novela de Javier Sierra... todo hace pensar que la revista la han tenido que hacer entre pocas personas.
Por ello, pese a que se siga editando la publicación, el espíritu pionero de aquella Revista de Arqueología que sirvió de referente a toda una generación de aficionados y profesionales está muerto. Éste es el resultado lógico de meter un gato en el palomar o como decimos en Castilla, de poner la raposa a cuidar el gallinero.
TOUMAI Y EL ONANISMO MENTAL
Decíamos en otra historia que no tenemos miedo a la ruptura de supuestos paradigmas, que, para ello, basta con aportar pruebas que demuestren que las nuevas teorías son superiores a las antiguas.
En estos días, se ha demostrado esa aseveración. La publicación del hallazgo de un fósil de homínido datado en 6-7 millones de años en el Chad supone un auténtico terremoto en el campo de la paleontropología. Toumaï, como ha sido bautizado el fósil, no sólo rompe la barrera geográfica y temporal para los homínidos (ya que estábamos hablando hasta ahora de unos 5 millones de años en la zona de África Oriental), sino que también en sí mismo plantea problemas por su mezcla de características "antiguas" (cresta sagital, pequeña capacidad craneal) y "modernas" (arco superciliar, dientes de tamaño reducido).
Así, las dudas que se plantean es cuándo y dónde se produjo la separación entre simios y homínidos y si esa separación fue lenta o repentina (entiéndanse ambos términos en un sentido evolutivo). De momento ambas dudas quedan sin respuesta, como las relacionadas con si Sahelantrophus Tchadiensis era cuadrúpedo total, cuadrúpedo con posibilidad de bipedismo ocasional o bípedo. Sólo los nuevos hallazgos podrán responder a estas cuestiones.
Pero, aparte de la importancia excepcional de Toumaï, me interesaba hacer una reflexión sobre los paradigmas y las afirmaciones extraordinarias. Con fecuencia los propagandistas de la Pseudohistoria se comparan a sí mismos con Galileos, Sáenz de Sautuola... en el sentido de que la gente se ríe de ellos como de éstos, pero que el paso del tiempo demostró que tenían razón. Sí y no. El paso del tiempo no demostró absolutamente nada, fueron las pruebas aportadas las que lo hicieron. Ahí está el quid de la cuestión. Toumaï no se ha aceptado (de momento, como toda publicación científica está sujeta a crítica y revisión) porque sí, sino por una serie de evidencias anatómicas, de datación por comparación con la fauna circundante... Y ahí es dónde está la diferencia, la enorme diferencia entre Sáenz de Sautuola y ellos.
Las pruebas de realización de pinturas en el Paleolítico fueron apareciendo y terminaron por vencer las críticas iniciales. Las pruebas de civilizaciones en -10.000 a. de C. continúan sin aparecer por parte alguna y, si lo hicieran algún día, esa idea sería aceptada. Aunque sus propagandistas aseguren que no se toma en consideración esa teoría por revolucionaria, por inmovilismo histórico; en realidad, un homínido chadiense de hace 7 millones de años lo es mucho más y ahí está.
Pretenden acallar las críticas con esas referencias a las risas contra Colón, Galileo... No estaría de más que aprendieran del caso de Toumaï, cuyo descubrimiento se ha silenciado durante un año hasta que los descubridores pudieron presentar una evidencia suficiente. Claro que si hicieran gala de la misma prudencia y rigor metodológico, nunca llegarían a publicar nada.
La diferencia entre afirmaciones con pruebas y elucubraciones mentales es lo que explica que nadie los tome en serio mientras que Toumaï ha merecido llamadas en portada en todos los diarios (no sólo en las publicaciones científicas) y amplios artículos, algunos de gran calidad.
7Q5
Aunque el título puede hacer pensar en una película de Bond, James Bond esas cifras y esa letra se refieren a algo aún más complejo que el espionaje, la Papirología.
El otro día (26-X), el periódico El Correo publicó un artículo con cuyo contenido tengo que mostrar mi desacuerdo. Aunque ya he escrito la pertinente Carta al Director, la necesaria brevedad en ese tipo de correspondencia me obliga a ser un poco más explícito en este comentario.
7Q5 es el nombre con el que se conoce el fragmento de papiro número 5 encontrado en la cueva número 7 de Qumrán. Es, por tanto, uno de los llamados Manuscritos del Mar Muerto, quizás el asunto sobre el que se han escrito más estupideces en el S XX. Aclaro que la discusión sobre este fragmento no entra en esa categoría, para mí parte de una afirmación errónea, pero no es una estupidez. Al escribir ese calificativo estaba pensando en las numerosas afirmaciones del tipo "según los Manuscritos de Qumrán, Jesús se casó con María Magdalena" o "según los Manuscritos del Mar Muerto, la figura de Jesús estaba anticipada por el llamado Maestro de Justicia". En realidad, en los textos de Qumrán no hay la menor mención al cristianismo ni a ninguna de sus figuras y el llamado Maestro de Justicia es completamente distinto a Jesús (aquél no murió crucificado como erróneamente se afirma).
Por tanto, los Manuscritos son importantísimos para conocer la historia del Judaísmo pero lo son mucho menos para la del Cristianismo (sí la tiene para conocer el contexto en el que surgió, pero, como ya dije, no hay la menor mención ni a Jesús ni a ninguna otra persona relacionada con el Cristianismo) o, por lo menos, eso se creía hasta que el papirólogo español, padre José O´Callaghan lanzó una bomba, el texto de 7Q5 era un fragmento del Evangelio de Marcos. Dado que el texto tenía que ser anterior a la Guerra Judía (y por el tipo de letra se le considera al texto 7Q5 como de los años 50 a. de C.-50 d. de C.), eso suponía tener que adelantar la fecha de composición del más temprano de los Evangelios que, antes se creía como del año 67-75 de nuestra era.
¿Es eso cierto? Veamos una descripción de 7Q5, presenta cinco líneas de texto escrito en caracteres griegos, de las que la primera es ilegible. En las cuatro restantes sólo hay 10 letras seguras y una palabra completa kai (y) en la tercera línea. No es mucho, pero se han identificado fragmentos como pertenecientes a un texto determinado con menos aún. El problema no es eso, sino en la transcripción realizada por el padre O´Callaghan y aceptada por el papirólogo alemán Thiede. Por ejemplo, en la segunda línea leen Ypsilón-Tau-Omega-Ny Eta, es decir, uton e, lo que concuerda con el texto marquiano (Marcos 6, 52-53) ...[a]uton ê... El problema es que otros papirólogos como los australianos Pickering y Cook hacen una transcripción completamente distinta: Ilegible-Tau-Omega-Iota Alfa, es decir, toi a. La mayoría de los papirólogos niegan que la cuarta letra que está incompleta pueda ser una Ny, y, por tanto, el texto no corresponde con el de Marcos.
Supongamos, no obstante, que O´Callaghan y Thiede están en lo cierto. Aun así, el texto no corresponde al del evangelio de Marcos que nos ha llegado por copias antiguas porque faltarían, para poder cuadrar el texto conservado de 7Q5 con su posición de las letras con el de Marcos, al menos la expresión epi tên gên. Por todo ello, hoy pocos papirólogos aceptan la identificación propuesta y se inclinan por su correspondencia con un texto desconocido.
Como vemos, la aseveración de que 7Q5 permita demostrar una composición más temprana de los Evangelios de lo que se venía sosteniendo hasta la fecha es insostenible.
JFK Y LA CONSPIRANOIA
Mi buen amigo Guillermo Villaverde me envía la siguiente noticia. Nada nuevo bajo el sol, excepto por el autor, César Vidal Manzanares.
El señor Vidal es bien conocido en medios relacionados con el pensamiento crítico. Si en un principio, debido a la publicación de su libro "Historias curiosas del ocultismo", se le tomó por un escéptico, no tardaría en quedar demostrado que su oposición al ocultismo no venía por una aceptación de la duda metódica como forma válida de adquirir conocimiento sino desde la fe religiosa y desde posturas bastante fundamentalistas.
Así, no sorprendió demasiado que en un Muy Interesante Especial dedicado al escepticismo, el Sr. Vidal se desmarcara de estas posturas con un artículo en el que defendía la validez histórica integral de la Biblia. Personalmente, me importa un bledo que el Sr. Vidal considere que Dios existe y que además inspiró la Biblia. Que estime que ésta es un libro histórico hasta sus últimos detalles sí me compete, máxime cuando hoy se sabe que no existió ningún Paraíso Terrenal, ninguna Torre de Babel, ningún Diluvio Universal... Quizás esta creencia en que la Biblia es verídica sea lo que explique el que el Sr. Vidal se manifieste continuamente en contra de la Evolución, ya se sabe que Dios creó el Universo en seis días. Puffff...
No obstante, ni en mis peores delirios podía suponer que la negación del método histórico del Sr. Vidal iba a llegar a aspectos que no tienen ninguna relación con la religión como el asesinato de JFK.
Veamos qué dice, que JFK fue asesinado porque intentaba perpetuar una dinastía al frente de los EEUU. Si éste fuera el caso, supongo que míster Bush tiene poco futuro ¿no? La conspiración incluiría necesariamente a altos cargos del Servicio Secreto e intuyo, por lo que dice, de la CIA. Sin embargo, si cualquiera de ambos organismos hubiera tenido la menor intención de eliminar al Presidente no hubiera necesitado montar un atentado que tuvo el efecto de convertir a un Presidente pésimo en un mártir y convertir a sus hermanos en presidenciables claros (Robert fue asesinado también pero en este caso casi nadie habla de conspiración y Edward perdió todas sus posibilidades en un suceso del que fue el único responsable). La razón de que el asesinato fuera innecesario y contraproducente es claro, bastaba con que se hubieran filtrado a la prensa las relaciones extramaritales de John para que hubiera tenido que abandonar la Presidencia en medio de la ignominia pública. Adulterios que, por descontado, el Servicio Secreto encargado de su protección a todas horas y en todo lugar conocía a la perfección.
Sigamos con las hipótesis. Fue asesinado por la Mafia. Si hay algo que no pienso de los mafiosos es que sean imbéciles. Si alguien les molestaba era Robert desde su puesto de Fiscal General. Asesinar a John nuevamente sólo hubiera servido para aupar a la Presidencia a su enemigo número 1. Si John les molestaba por cualquier motivo tampoco necesitaban asesinarle puesto que la Mafia conocía los adulterios presidenciales por cuanto una de sus amantes también lo era del "capo" de Chicago, Sam Giancanna.
La siguiente opción de la conspiranoia JFK es que fue asesinado por las industrias de armemento. Si se miran las cifras de gasto militar antes y durante la Presidencia de JFK, se verá claramente que las industrias bélicas no tenían ningún motivo para el asesinato y sí para levantarle un monumento. No sé porqué razón Kennedy ha pasado a la historia como un presidente pacifista cuando multiplicó el gasto militar, aprobó una mayor implicación de los EEUU en Vietnam y aprobó algo como el desembarco en Bahía Cochinos (Cuba) con el intento de desestabilizar el régimen de Castro. Tampoco su actuación en el caso de la "Crisis de las Misiles" tuvo nada de "paloma" y sí de "halcón".
Así, si alguien quiere buscar "manos ocultas" detrás de la de Oswald, tendrá que mirar en otra dirección porque las apuntadas no se sostienen. No obstante, nada de esto importaría si hubiera pruebas suficientes de que existió una conspiración independientemente que quién esté detrás. Se aseguran cosas como que existieron más disparos, que Oswald era inocente, que se falsificaron datos de la autopsia... ¿qué hay de cierto en todo ello? Pues más bien nada.
Si se somete a crítica las afirmaciones conspiracionistas, vemos como van demostrándose erróneas. Lo que queda, el tema de la acústica, también se ha explicado como un falso eco en la grabación policial. lo único que queda es la relación entre Oswald y la CIA, muy poco para mantener como un hecho histórico inobjetable la existencia de una conspiración.
Tal ausencia de sentido crítico soprendería en otro historiador ya que la crítica de las fuentes es un proceso imprescindible en la construcción de un discurso histórico, pero en el Sr. Vidal la verdad es que sólo confirma lo que ya sabíamos de él.
LA NAVAJA DE OCCAM Y LA CUCHILLA DEL DR. GUILLOTIN
Hablaba el otro día de la concatenación de causas y efectos. Para explicar un poco más este tema absolutamente transcendental en una concepción moderna de la Historia nos fijaremos en el ejemplo de la Revolución Francesa.
¿Qué causó la Revolución Francesa? La respuesta podemos pensar que es muy sencilla, la hemos visto en cientos de películas y en la literatura más o menos histórica, la miseria tanto del campesinado como del proletariado urbano. Sin embargo, esa situación no era muy distinta en Alemania o en el Reino Unido. Tampoco en la propia Francia era una novedad. Ya se habían producido con anterioridad revueltas campesinas como la conocida como La Fronda bajo el reinado de Luis XIV pero ninguna tuvo la transcendencia de la Revolución que acabó con el reinado y la vida de Luis XVI. ¿Dónde está la diferencia?
La diferencia está en una multiplicidad de causas que van desde la fimosis de Luis XVI y un cambio en la moda de la época hasta las ideas políticas que denunciaban el Antiguo Régimen como algo obsoleto con lo que había que acabar cuanto antes mejor. No todas esas causas tienen obviamente la misma importancia. Si Luis XVI no hubiera padecido de fimosis o se hubiera hecho operar a tiempo, quizás la reina María Antonia (más conocida con el barbarismo de María Antonieta) no se hubiera cansado de esperar la consumación del matrimonio y no se habría dedicado a la busca y captura de amantes con el consiguiente desprestigio de la persona de ambos monarcas; pero también es posible que de no mediar esa situación la situación hubiera sido la misma. De igual forma, aunque no hubiera existido el cambio en la moda que desterró el uso de los bordados de Lion dejando en la miseria a los trabajadores de las hilaturas de dicha ciudad, la Revolución posiblemente se hubiera producido de igual forma.
Sin embargo, seguimos estudiando esas causas menores porque explican si no la totalidad del proceso, sí algunos aspectos parciales del mismo como el odio a la "austríaca" o la virulencia de la Revolución en la comarca de Lion.
Vemos que la Historia se resiste a ser reducida a causas únicas. Esto podría hacer pensar en una vulneración de la Navaja de Occam, el principio que sostiene que ante dos hipótesis igualmente explicativas tiene mayores posibilidades de ser correcta la que menos causas requiera. Sin embargo, en ese enunciado debemos fijarnos en la condición sine que non de que ambas hipótesis deben ser igualmente explicativas. Frente a la causa única de la miseria de la población, las causas múltiples que manejamos en la actualidad (más de una veintena) son más explicativas porque dan repuesta a preguntas como ¿por qué en Francia y por qué en esas fechas? ¿por qué esta Revolución triunfó mientras La Fronda fracasó? ¿por qué la Revolución fue apoyada por sectores como determinada nobleza o ciertos sectores del clero cuya situación no era mísera sino privilegiada?
Causas múltiples que, además, eran consecuencias de hechos anteriores, a veces muy alejados temporal y geográficamente. La miseria del campesinado venía dada por el sistema de propiedad de la tierra heredado desde la época feudal. El impulso intelectual de la Revolución se vio incrementado por el éxito de la Independencia de Estados Unidos y el sistema democrático allí instaurado (paradójicamente con el auxilio de la monarquía francesa que vio en la guerra contra el Reino Unido una magnífica ocasión de debilitar a su gran enemigo en Europa).
Causas que son efectos de acontecimientos que a su ves tienen otras causas. Acontecimientos que tienen una serie de consecuencias que a su vez son causas de nuevos acontecimientos. La Historia no es una línea recta, es un entramado con múltiples derivaciones sin claras limitaciones geográficas y temporales. Aunque por motivos de estudio podamos hablar de cosas como Historia Moderna o Historia de Francia, la realidad es que cualquier investigación va a transcender de esas etiquetas. La Historia Moderna no se puede entender sin los antecedentes de la Historia Medieval ni sus consecuencias en la Historia Contemporánea ni la Historia de Francia tiene sentido sin la Historia de España, Alemania, Reino Unido...
Frente a los intentos de un reduccionismo excesivo, debemos considerar la Historia como un proceso global y continuo.
2.8.03
LAS PELÍCULAS (MARCA ACME) DE FU-MANCHÚ
¿Recuerdan las películas de Fu-Manchú, el diabólico genio científico? Aparte de sus valores cinematográficos más que discutibles, resultaron en su día tan populares que alguna expresión derivadas de ellas acabó por formar parte de la cultura popular como la frase: "Más trampas que en una película de chinos." Por supuesto, hacía referencia a las complejas añagazas con que el científico chino intentaba inútilmente eliminar a su enemigo, Nayland Smith, y que acabaron integrándose (ya como parodia) en los dibujos animados del Coyote y el Correcaminos y sus cachivaches marca Acme.
Permítanme mezclar la historia personal de un niño que vio mucho cine en sesión continua con la del adulto que ama la Historia y que continúa siendo, en el fondo, aquel enano gafotas que soñaba desde una butaca desvencijada con aventuras erizadas de peligros. Dos temas aparentemente inconexos, dos grandes pasiones y dos conclusiones, la fascinación por la realidad histórica no es menor que la que siento ante una pantalla de cine y, en contrapartida, los peligros que acechan en la investigación histórica no son menos insidiosos que los tejemanejes de Fu-Manchú.
Podría pensarse que puesto que la Historia dispone de un método no hay mayores problemas. Se aplica y se obtienen unos resultados nítidos e incontrovertibles. En la teoría sería posible. En la práctica existen inmensos problemas como pueden ser las fuentes fragmentarias, contradictorias y/o falsificadas, las confusiones de causas principales con causas secundarias o viceversa, el hecho de que al ser la Historia el estudio de las actividades humanas a lo largo del tiempo éstas pueden no obedecer ni a la lógica ni al raciocinio, que las motivaciones pueden cambiar a lo largo del tiempo de forma que pocas cosas existen más inútiles que el pensar que nuestros antepasados actuaban como nosotros lo hubiéramos hecho en su misma situación, o el azar que nos hace preguntarnos muchas veces ¿qué hubiera pasado si un soldado no hubiera reconocido al fugitivo rey Luis XVI o si un soldado apellidado Hitler hubiera fallecido durante la I Guerra Mundial?
Todo ello sin tener en cuenta el factor humano. Cualquier aficionado a la Historia sabe que se pueden encontrar estudios sobre un mismo tema que ofrecen versiones diferentes. La tentación a someter la verdad histórica a las propias creencias previas está siempre presente. La posibilidad de realizar una investigación errónea bien por una mala Eurística, Crítica o Síntesis es real. Por ello la Historia no es diferente a las demás Ciencias y en todas ellas hay una cuota de equivocaciones que nunca debemos olvidar ni silenciar. Nada de ello supone que las Ciencias sean indiferenciables del mito.
Nadie pone en duda que pese a los "patinazos" de los Rayos N, la Fusión Fría o la Memoria del Agua la Física obtiene resultados que permiten una mejor comprensión del Universo así como aplicaciones prácticas extraordinarias. Lo mismo podríamos decir de la Historia. La diferencia entre el pensamiento científico y el esoterismo es que el primero contiene en sí mismo los mecanismos que permiten la corrección de los errores que otros cometen.
En un magnífico (como casi siempre) artículo, S. J. Gould denunciaba la perpetuación de los errores sobre biología en los libros de texto. Alguien realizó una comparación entre el tamaño de los antecesores de los caballos modernos y una raza determinada de perros. Ésta es copiada por otro que a su vez es copiado acríticamente... hasta que a un autor se le ocurre comprobar su veracidad en vez de seguir con el símil. No creamos en todo lo que veamos impreso. Ejerzamos la crítica no como un fin sino como un medio para diferenciar lo cierto de lo falso o dudoso.
En el celuloide, Fu-Manchú estaba siempre condenado a volver a intentar asesinar a Nayland Smith en una nueva película y el Coyote a intentar comer Correcaminos en una nueva entrega. En la vida real, las trampas sí funcionan y la Historia es parte del mundo tangible.
HISTORIA, PARADIGMAS Y DIVERSIÓN
¿La Historia es una Ciencia? Si al hablar de Ciencia consideramos como tal sólo a aquello que podemos reproducir en un laboratorio en condiciones controladas, la respuesta debería ser negativa. No obstante, deberíamos ampliar un poco más la definición, para incluir el concepto de falsación. No debemos considerar como científica a ninguna afirmación que no pueda ser falsada por ningún procedimiento, no sólo en la sala de un laboratorio. Es muy conocida la anécdota de un biólogo al que se le preguntó si la Evolución no era una teoría acientífica por resultar infalsable. La respuesta fue que sí era falsable, para ello bastaría con presentar un fósil de conejo del periodo Cambrico. Por descontado que esa respuesta es también válida para el caso de la Historia.
Con frecuencia se habla de una Historia Oficial, Inmutable en contraste con la Historia Real que, por supuesto, es la que realizan determinados intrépidos investigadores dedicados a echar por tierra todos los paradigmas de la Historia Oficial. Esa afirmación sólo puede provenir de una persona que no tenga ni idea de la historia de la Historia. Veamos un par de ejemplos:
A comienzos del S XX la idea que existía del Homo Neandertalis era la de un bruto deforme, mucho más animal que humano. La razón para esa atribución fue, sencillamente, un error, la descripción de un esqueleto de esta especie sin darse cuenta de que el sujeto había padecido artrosis lo que explicaba las deformaciones que presentaba. Hoy, la concepción que tenemos de esa especie es la de alguien muy semejante a nosotros mismos en todos los aspectos. Incluso se está negando la afirmación tradicional de que el Arte fuera un producto exclusivo de nuestra propia especie. El supuesto paradigma (que no era tal) se vino abajo y nadie se rasgó las vestiduras por ello.
El segundo caso tiene que ver con los megalitos. La opinión más extendida es que los megalitos más complejos de la zona del Egeo y Mediterráneo eran cronológicamente anteriores a los megalitos más sencillos de la fachada atlántica, que serían una degeneración de aquéllos. Fue entonces cuando Colin Renfrew aplicó la técnica del C-14 a los restos orgánicos asociados con el resultado de que era exactamente al revés. Los megalitos más antiguos son los de la fachada atlántica y los mediterráneos son una derivación suya. Nuevamente nadie se lamentó por la destrucción del paradigma.
La descripción de la Historia no es algo cerrado, inmutable. Al contrario, igual que las restantes Ciencias está sujeta a una continua revisión y reescritura, pero para que se adopte una nueva visión sobre un tema determinado existe una condición sine qua non, las pruebas. Y aquí, como iremos viendo en entregas sucesivas, es donde fallan esos intrépidos investigadores a los que hacíamos referencia anteriormente porque lo que presentan como tales no lo son. Oscilan entre la pura y simple falsificación y/o invención hasta las malas interpretaciones de obras de arte, tradiciones...
Ante estas afirmaciones pseudohistóricas, los profesionales de esta materia han solido hacer oídos sordos. Las razones para este silencio van desde la falta de tiempo hasta el no querer verse relacionados con teorías absurdas ni siquiera para refutarlas. Sin embargo, esa postura está cambiando. Conforme avanza el interés de la sociedad por la Historia (y si alguien lo duda sólo tiene que ver la cantidad de revistas a ella dedicadas que existen en cualquer kiosco) se hace necesaria la divulgación seria y responsable.
Nadie debe considerar que, por ello, la Historia sea algo académico (en el sentido de aburrido) ni exclusivista, sólo accesible a un pequeño número de iniciados. Por el contrario, el conocimiento de la Historia es algo divertido y accesible a cualquier persona, sin otro requisito previo que el deseo de querer saber más.
Decimos que es divertida porque pocas hay más gratificantes que el comprender porqué la sociedad en la que vivimos es como es, cómo ha llegado la Ciencia a sus logros actuales, cómo han surgido las distintas teorías políticas, económicas, ideológicas... La Historia no es el aburrido aprendizaje memorístico de la lista de los reyes godos, de las fechas de mil y una batallas. La Historia es la comprensión de los procesos de causas y efectos por los que las cosas fueron como fueron y no de otra manera y la descripción de esos acontecimientos. La Historia no es un viejo libro polvoriento en un anaquel desvencijado, la Historia es dinámica y, pese a los pronósticos de algunos agoreros, no tiene fin. La Historia, en definitiva, también nos habla de nosotros mismos.